viernes, 6 de marzo de 2015

Cambio de estilo

Alerta con quedarse anclada en un estilo cuando una tiene ya cierta edad: ¡eso es lo que avejenta ! Es el mayor peligro que nos acecha cuando cumplimos los cuarenta y seguimos vistiéndonos como cuando teníamos treinta. Salimos de esa bendita década y empezamos a sentirnos bien, a ver que todo funciona, todo es posible, que nuestra vida laboral es apasionante, y nuestra vida sentimental también, los hijos . . . Somos jóvenes y maduras a la vez, y querríamos que eso siguiera siempre igual, aunque ¡ tampoco hay tiempo para pensar !


A los cuarenta, y de la forma más sorprendente, nos planteamos una pregunta surrealista: ¿Todavía me lo puedo permitir ?, y más que el hecho de saber la respuesta, lo que nos asombra es habernos planteado la pregunta. En realidad, aún no es tarde, ¡ aunque más vale tarde que nunca ! Es muy importante no aferrarnos a lo que nos favorecía tanto diez años antes. Hemos cambiado, los tiempos han cambiado, y también la moda. Podemos reivindicar un estilo determinado, pero caer en el aburrimiento, en la falta de interés por las novedades, en la ausencia de deseo, en la rutina y en el miedo al cambio o al error, ¡ eso NO ! Hay que aceptar que una puede equivocarse.
Hay que saber variar el estilo cuando nos hacemos mayores. No se trata de cambiar, sino de evolucionar.


Regla de oro N° 1


  • No seguir jamás los convencionalismos.
  • No descuidarse jamás.
Regla de oro N° 2

Encontrá siempre el accesorio que transforme tu imagen. Hacé que se note . . . ¡ los viejos rockeros nunca mueren !
Ejemplo: Si con frecuencia te vestís con colores neutros; azul marino, negro, camisa blanca, usá una camisa fucsia y sorprendé a todo el mundo. De entrada, ¡ a nadie le interesará ya la edad que tenés !


Fuente: Guía de estilo de Inés de la Fressange.

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